4.12.2016

Este lugar es como una tierra maldita.
Aquí hay una hermosa naturaleza destruída y arrasada por el espectáculo cruel de la pobreza y su violencia.
Aquí todo es apilar cosas, pertenencias inservibles en rompecabezas del desecho. 
Aquí todo es apilar cosas, la mugre de las calles, las ratas y las cucarachas.
La pobreza de los niños sin zapatos y con la ropa rota, en medio del olor a desagüe que te patea la cabeza y te emborracha con el sol que rebota en el cemento. Así, primero pierdes el olfato y después la vista
Aquí la especia humana se define por su contradicción expuesta. intentando vivir fuera de la tierra, en ciudades que no dan abasto, poniendo el cuerpo unx sobre otrx. 
Las personxs se han obligado a vivir en un mapa de concreto cruel, encandilados por una promesa de desarrollo que no llega; y en el intertanto, los atora, los humilla y los fuerza a reclamar en micro-violencias parte de dignidad que han perdido.
El derecho humano al goce aquí está negado por la objetivización de todo y su medición en monedas: los cuerpos, los afectos, la dignidad.
La gente camina lento en un desfile interminable hacia el encuentro de su cuerpo con la suciedad violenta que ellos mismos han producido.
Las familias no son más que una cartografía de conexiones borrosas donde siempre va a primar la urgencia, el hambre y la tragedia.

Aquí no hay espacio para nadie más, los colchones en el suelo y los pequeños que gatean en una sopa de mugre, sudados, ingenuos.
Aquí sólo resiste el más fuerte porque te mata la bacteria, el asco o la imposibilidad.