7.02.2011

resultó que era sólo yo
caminé con pena
caminé perdida
caminé sola
respiré, creé, cogí, amé y desprecié
me dió vergüenza y a veces -pocas- logré esconderla
me sentí fuera de todo
de las personas y de las casas que miré como extranjero
buscando algo que no supe reconocer
que pulsaba sangre hacia el sexo
pero,
certezas tuve de que personas no serían
fuí sola, fui acompañada también por el fantasma del impermeable
soñé, y luego lloré
no habían sucesos mágicos de lotería
más bien, la naturaleza
en las nubes, en las hojas,
en los secretos del metro
en la insoportable belleza de la marea
donde nadie me acechó
luego
llegué arriba, bien arriba
tuve cuotas de poder que acompañaron no sólo la alegría de ganar el concurso absurdo
sino que también apareció el miedo
y parásitos que se me pegaron a la nuca.
Pero, no había ningún aparato de magia
Luego en la mejor decisión insonsciente,
me asusté de la laca, del auto, de la pantymedia beige y de la posibilidad de malocupar la neura
y
salí corriendo
a un lugar del que me enamoré por carta
es cierto,
nada exótico, pero vacío
vacío de lazos.
sin embargo, en el tránsito
se abrió una puerta a una posibilidad
a la cena con el mago
que me enseñó desde el amor hasta la rebelión
y me soltó al patio de alambre de púas para que aprendiera a volar
dolió
pero sublimé
me desangré
pero subvertí
y ahora de eso se trata.
atravieso el espacio cargada de relojes
y me limpio la cabeza de tanta polución tras revivir la muerte de alma con los ojos que me miran desde el metro

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